martes, octubre 12

Capítulo 5

-Hola.

El sonido causado por aquella voz hizo que sus parpados cerrados comenzaran a abrirse paulatinamente. Era la primera vez que sus ojos respondían a la llamada de alguien. Pero esta vez no había sido por voluntad propia. Su madre, la mujer que la encerró, le había hablado. Tuvo muchas dudas de si lo correcto era contestar y establecer una conversación con su peor enemiga, o girarse, darle la espalda a la puerta y volver a cerrar los ojos. Taparse los oidos con las manos y solamente escuchar el latir de su corazón. Pero había un punto, un momento, un segundo, un impulso entre la desesperación y la tristeza que le hizo mover sus labios por inercia.

-¿Eres tú? ¿Eres mi madre?

-Si, soy yo.

-(silencio)...

-¿Estas ahí?

-Si,si, perdona... Dime

-No nada, solo quería que supieras que a partir de ahora he decidido hablar contigo, ya ha pasado mucho tiempo y lo veo conveniente, además, por alguna extraña razón hoy me he levantado con la necesidad de oir tu voz, pero entonces he caido en la cuenta de que nunca la he oido, que no he oido la voz de mi propia hija, ¿qué diran las demás? pero bueno... ahora ya se como suena, gracias

-¿Gracias? ¿Me das a mi las gracias? No mamá, no. Gracias a ti por encerrarme aquí. Gracias por no dejar que me enamore. Por no haber visto como se me caia mi primer diente de leche. Por no dejar un sitio en mi vida al Ratoncito Perez, o a Papa Noel. Gracias por acabar con mis 10 veranos, 10 otoños, 10 inviernos y 10 pimaveras. Gracias por saltarte mi graduación y no darme la oportunidad de acceder a la Universidad. Gracias por no dejarme un espejo para ver como soy. Gracias por no dejarme salir de fiesta con mis amigas. Gracias por no dejar que me caiga en el barro y me chilles por haberme manchado. Gracias por no dejarme odiar mi adolescencia. Gracias por no dejarme sentir nada. Gracias por haberme tenido. Gracias por lo menos por no encerrarme cuando era un bebé.

No hay respuesta. Se cierra la rendija. En el fondo, sabe que lo ha echo mal. Sabe que su hija no merece haberse perdido tantas emociones. Tantos días. Tanta vida. Sabe que le ha cortado las alas de forma que jamás podrá recuperarlo. Sabe que ha echo que se pierda la mejor etapa de su vida, esa que dicen que pese a todo la recordaras con cariño. Todas las adolescentes menos ella.

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