domingo, noviembre 27

Diversión

El movimiento de sus pies iba sincronizado con el ritmo. Se sentía bien a pesar de todo. Miraba a su alrededor y se contagiaba de todos aquellos rostros alegres que bailaban al compás de la música. Tan solo era una chica joven que se divertía, y tenía todo el derecho del mundo a hacerlo. Bailaba con la misma intensidad con la que sonreía. Abrazaba a su amiga y le susurraba al oído palabras sordas que se perdían por el camino debido al ruido. Aún así cantaba, y la miraba, y sonreían. Se había convertido en su salvavidas después de todo. Fue la mano que la levantó del suelo tres meses atrás, un tercer hombro en el cual apoyarse pero no llorar (estaba prohibido), una dosis de felicidad para mezclar entre tanta tristeza y al fin y al cabo, una amiga. Había sido eso, una amiga. Una que necesitó a cada segundo del día durante la primera semana, porque cualquier silencio era motivo para acordarse de él. Y ahora estaban allí arriba riéndose de lo tontas que habían sido y dándose cuenta del tiempo que habían malgastado derramando lágrimas por gente que no las merecían. Era momento de reír, disfrutar, saltar, gritar, cantar, bailar, y llorar, pero de felicidad. Así que continuaron con la diversión. Animaban a todos los allí presentes. Se acercaban tímidamente a la barra y bebían mediante pequeños sorbos todos sus problemas, que se esfumaban con chupitos de tequila. Jugaban a ser adultos, a controlar la situación, a desintoxicarse. Aunque lo cierto es que en el fondo sabían que era todo lo contrario. Todavía les faltaba mucho para llegar a ser consideradas adultas, la situación se escapaba por sus manos como el agua en un día de lluvia, y la desintoxicación es imposible si no hay nadie cuerdo a tú lado para recordarte que esto es la puta realidad, que perteneces al mundo real. Era como si un ciego guiara una manada de ciegos. Ambas lo eran. Y como ciega que era, frenó la aceleración de sus pulsaciones, e impidió que la música penetrara en sus oídos. Ya era tarde. El silencio ya había aparecido. Y al igual que en aquellos atribulados días de Agosto, el silencio era un motivo para acordarse de él... Bajó del escalón y fue directa a buscar a su amiga. La necesitaba. Necesitaba verla y acordarse de que día era, donde estaban y que hacían. Eran las cuatro de la madrugada, una noche cualquiera de Noviembre y habían salido de fiesta. ¿Enserio lo habían hecho? ¿Entonces, que hacía ella ahí sentada en un sillón blanco en el interior de la discoteca callada...? No quería bailar, ni cantar. Ni siquiera disfrutar. Por unos instantes había perdido todas las ganas de vivir. Se sentía inútil, una muñeca vieja y rota que se degradará con el paso del tiempo. Fueron tantos recuerdos los que se adueñaron de su mente en ese momento, que se sentía incapaz de continuar bailando. El alcohol en sus venas se evaporizó, y comenzaron a fluir sus recuerdos a través de ellas. Su sonrisa desvaneció y el corazón iba gradualmente acelerando su bombeo sin motivo. Eran simples recuerdos, nada más. Pero lo cierto es que aquellos simples recuerdos fueron capaces de extinguir cualquier gramo de felicidad, cualquier rastro de alegría, cualquier síntoma de bienestar en su cuerpo. Era como vivir muerta. No lo tenía a él. Ni a ella. 

Así fue como terminó la noche... Salió corriendo de allí porque necesitaba más esconderse bajo sus sabanas que cualquier otra cosa. Fíjate si confiaba poco en su capacidad para no llorar que antes de hacerlo cogió el rollo de papel higiénico del aseo y se lo llevó hasta la cama. Y allí, bajo unas sabanas ajenas, a las cuatro y media de la madrugada de una noche cualquiera de Noviembre comenzó a arrancar pequeños trozos de papel para secar las lágrimas que perforaban su felicidad...
Ya ves, ni siquiera se libra de tú recuerdo estando de fiesta...

domingo, noviembre 13

Te regalo...

Y esa es la fría realidad. Quizás no sea ni fría ni caliente, pero es la realidad que le toca vivir cada noche cuando después de camuflarse bajo sus sabanas, creyendo que su protección la librará de ti, y escucha un repertorio de canciones lentas que maquillan la oscuridad de su habitación, la misma lágrima de siempre (la que tú creaste) dibuja un linea vertical cruzando su mejilla por la que pasarán sus componentes químicos, pero solo uno dejará huella.

Recuerdo el día que, sentado en tú despacho mirando al horizonte con la mirada perdida y la sonrisa encontrada decidiste crear una lágrima. Estuviste día y noche encerrado en tu pequeño rincón, y no dejabas que nadie te interrumpiese. Hasta colgaste el cartel de ''Genio trabajando''.
Habían días en los que ni siquiera venías a nuestra cama a dormir, simplemente seguías trabajando, y nadie sabía en qué. Perdón... Una lágrima ha caído sobre el papel y he perdido el hilo de la historia... Y, por si fuera poco, las que se anclan a mi ojo escuecen y la sombra de mi mano sobre las palabras dificultan mi escritura. Como iba diciendo... Tras varios días sin cruzar palabra con él, sin verle, sin nada, salió de su despacho y vino a buscarme a la cocina. ''¡Lo he conseguido!''. ''¡Lo he hecho!'', gritó entusiasmado. ''¿El qué?'', pregunté. No contestó. Lo vi deslizando su mano hacia el bolsillo izquierdo del pantalón y sacó un frasco. ''Lágrima'', leí en la etiqueta. ''No me preguntes por qué, pero el otro día, viéndote sonreír, caí en la cuenta de que durante todo este tiempo nos hemos regalado miles de ellas, miles de sonrisas. Y entonces me dije... ¿Qué hay más bonito que reír? ¡Llorar! !Llorar de felicidad! Y pensé, ¿por qué no..? Voy a crear una lágrima de felicidad, para que cuando te duela estirar las mejillas y te sientas agotada de hacerlo, llores de felicidad. Es como una especie de sonrisa escondida, como reír hacia dentro en vez de hacia fuera''. ''Pero yo no quiero llorar'', le contesté. ''No lo has entendido. Será de felicidad, nunca de tristeza''. ''¿Lo prometes?''. ''Lo prometo''.

Lo prometió... Pero ninguno de los dos lo sabía. Cuando Charlotte la colocó sobre su piel, algo dentro de aquella lágrima reaccionó. ''Nadie puede controlar los efectos secundarios de las relaciones, de los siempre y de los Te quiero''. ''Perdón'', susurró entre un adiós.
Si es así, ¿por qué lo hizo?. Si no va a ser eterno, no jures la eternidad. Jamás llegó a conocer que se siente al llorar de felicidad. Ahora empapa todas las noches la misma sabana que la protege de tú fría realidad llorando de tristeza. Y todo el mundo sabe que una sabana mojada es como vivir sin tú protección.
''Prometió el sol, dio oscuridad''. Suspiré. ''Creó felicidad, regaló tristeza...''.
Pero que voy a decir yo... Si cada vez que levanto el bolígrafo del folio las lágrimas encharcan la tinta, al igual que Charlotte la sabana...

lunes, noviembre 7

cuando entender es imposible


Te dije que después de ti no habría ningún otro, como ves he cumplido con mi palabra. Estoy aquí sola con una taza de chocolate en mi mano para sustituir el calor que me ofrecías con tus besos y abrazos. Te lo dije. Lo dije. ¿Acaso no lo hice? Lo peor de todo esto no es eso, lo peor es que te lo dije porque pensé que esta realidad de no estar a tú lado tardaría en llegar, pero ya veo que no... Con frialdad y dejándote los sentimientos allí, al otro lado de la frontera, me dijiste ''Se acabó, necesito vivir otras experiencias''. Y yo me pregunto: ¿Qué experiencias? He intentado comprenderte, entenderte... Durante estos meses, durante todo este tiempo he estado pensando en que fallé, que no hice, que sonrisa fue la que no provoqué, si dije algo que te hizo cambiar de idea... Todo. No ha habido ni un solo día en el que no me haya culpado por algo que ni siquiera sabía, me he martirizado día tras día intentando averiguar que fue lo que pudo haber pasado... Has sido capaz de mirarme directamente a los ojos ocultándome la verdad, aunque no la haya. He estado 9 meses, 9 putos meses, -la mitad de ellos llorando-, buscando la solución a un problema ya resuelto, y aún así, has podido mentirme. Podrías haberme ahorrado un 50% de mis lágrimas, podrías haber acabado con este infierno simplemente diciéndome la verdad, diciéndome la razón por la que ahora no estoy en tú camino, y aún así; te callaste. Lo mejor es que he dejado de atormentarme por ello. Mi camino se mantiene alumbrado gracias a mi eterna sonrisa, que no pienso perder por nada del mundo, ni aunque una manada de lágrimas quiera correr por mis mejillas. Me alivia saber que tu camino no tiene ese toque especial que yo le daba, ni la decoración de mis tonterías que te hacían sentir jodidamente bien.
Y ya, después de tanto tiempo solo me queda el consuelo de saber que el día menos esperado apareceré en tus sueños de repente una noche, y sabré que por lo menos, ha habido un instante en el que te has acordado de mi, aunque haya sido en contra tu voluntad. Es por eso que ahora mismo lo único que tengo claro y sé con certeza es que en estos meses he aparecido en tus sueños como mínimo una vez. Ese es mi salvavidas, lo jodido es que a mi me ocurre exactamente lo mismo, bueno, a mi y a todo el mundo. Por eso no temo a recordarte estando despierta, sino dormida. Solo a través de nuestros sueños podemos conocer que secretos esconde la caja fuerte de nuestro corazón, y solo cuando las luces desaparecen y los ojos se apagan, tenemos acceso a ellos...

Posdata: Ahora escribo por escribir... Ni siquiera tienen sentido las frases. Me he contradicho mil veces, primero te echo de menos, y luego digo que puedo vivir perfectamente sin ti. Más tarde confieso que mi presencia en tus sueños es mi salvavidas... ¿Y, a pesar de ello, todavía tienes el valor de hacerte la víctima pidiéndome que vuelva? ¿Qué yo vuelva? ¿Acaso fui la que se marchó? Reacciona ¡Por favor! LO JODISTE TODO. Si en algún momento de tú solitaria vida (lo es desde que no estoy) decides echarme de menos, solo quiero que recuerdes que podrías haberlo tenido todo, y no quisiste por una razón que parece ser no existe... Y ahora soy yo la que dice, lo siento, lo he intentado, créeme que lo he intentado, pero sigo sin entenderte...