miércoles, septiembre 28

cuando volver es imposible

Estos viejos recuerdos ya nisiquiera se pierden entre mis dedos si no entre mis sonrisas, porque cada vez que lo hago consigo evadirme de la estructura de tus labios aunque sea una pequeña fracción de tiempo. Me gustaría grabar estas simples lineas de ¿amor? en tu piel, y que sientas lo que yo cada día. No puedo prometerte algo que nadie puede alcanzar, mejor aún, algo que no podrá, ni pertenece a nadie; así es, no puedo prometerte el cielo, ni las estrellas, ni el sol en sus mejores días, ni un día lluvioso después de hacer el amor porque la probabilidad de que eso suceda es una entre un millón, pero por lo menos dejame intentarlo, aunque solo pueda prometerte un ''Te quiero'' que pasará a formar parte del pasado en cuanto pase el segundo en que ha sido dicho, o esta sonrisa que está ocasionando estas estupidas y simples lineas de ¿amor? en mi rostro que comienza a desfigurarse. Podría atreverme a prometerte un siempre, ¿pero sabes que pasa? Que los odio. Odio al que los inventó, a los que lo dicen y odio cuando se me escapa uno... Es como querer anclar algo o alguien a una promesa extinguida que no hace mas que buscar su futuro perdido en un presente que sigue transcurriendo con el dolor de un pasado imposible de olvidar. 1,2,3... Ahora viene la parte en la que me rio de mi mismo. Es una risa ironica de esas que sacan dequicio. He hecho justo lo que no quería: atarte a estas diapositivas desordenadas sin etiquetas ni fechas ni palabras ni contenido, haber querido decir te quiero y decir te odio, arder en la penumbra de ese maldito siempre que escapó de mi bombeo constante que seguidamente hiciste tú, justo como parece hacerlo la silueta que confundo con la mía. Nada me gustaría mas que volver a continuar esta partida pausada situada en medio de todo y nada. Perdón por seguir sin saber que hacer, o idear mi estúpida vida sin significado contigo en ella. Y es que ahora lo comprendo todo... ¿Tanto volar? ¿Tanto escalar? Mírame. Vuelvo a estar aquí en el Everest. Este sitio me alivia, tranquiliza... Aquí las lágrimas parece que corren pausadamente, quizás nisiquiera llegue a rozarlas, secarlas, acariciarlas... Me siento estúpido. Si llego a saber todo lo que produce en mi tu ausencia, jamás te hubiera dejado marchar. ¿Eso vale como excusa? Vuelve aunque hayas olvidado cada uno de los sabores de mi cuerpo, cada aroma matutino que despertaba tus ojos y ese sexto sentido que solo guardabas para mi. Aunque ni en tus peores días en los que el cielo, mas que estar negros están estrellados, te acuerdes de mi. Aunque hayas olvidado el número de latidos cuando rozabas tu mirada con mis labios. Aunque ya no te acuerdes del cuadro de mis brotes repentinos de felicidad con sus funciones y características. Aunque sean las 3 de la madrugada, esté escuchando la canción mas triste que tengo en ''Mi Música'' y las lagrimas no salgan de estas bolas de papel que ansian ser aviones para huir. Aunque nunca me haya parado a pensar que era lo que sentía por ti, a escribir sobre amor, o simplemente a echarte de menos... Porque si, porque son las 3 y 1 minuto de la madrugada y te sigo echando de menos. Has visto... eso han sido mas de cinco segundos. Realmente te echo de menos; vuelve.


Posdata: te diré algo más... me sinceraré conmigo y contigo, estas lineas han sido escritas con toda la sinceridad y fuerza del mundo, la fuerza simplemente me ha servido para apretar fuerte las teclas e intentar olvidarte aunque a día de hoy sea algo imposible... después de todo esto me enfrento cada día a un nuevo amanecer sin tus silencios ahogados entre suspiros y sin cualquier parte tuya en general, ahora me enfrento a unas balas imperceptibles... lo siento, lo he intentado, creeme que lo he intentado, pero siguen sido las 3 y 21 minutos de la madrugada y sigue siendo imposible olvidarte

jueves, septiembre 1

Mejillas secas

Ya había transcurrido la mitad de la noche. En el interior del coche todos iban borrachos, unos reían, otros cantaban, y ella, borracha de amor, se limitaba a mirar a través de la ventana dejando que la música taponara sus pensamientos. Contemplaba la noche, el cielo, las luces, posaba su barbilla sobre su puño cerrado y se daba cuenta que lo único que podía ver a través del cristal era su rostro y sus largas pestañas. ¿Qué hacía en el interior de ese coche con cinco desconocidos? La pregunta no paraba de aparecer cada segundo, mientras uno de ellos intentaba dejar caer la mano sobre su rodilla. Cuando el coche paró, esperó a que todos bajaran y después lo hizo ella. Intentó dejar al alcohol hacer su trabajo, pero pronto se dio cuenta que nada era tan fuerte como el gran desamor que en ese momento sentía. Se había equivocado, estar rodeada de otros le recordaba más a el. Miraba al resto y no podía evitar compararlos. Se acordaba de su perfección, de esa perfección que solo ella podía ver, de su humor, del inexplicable poder que tenía para hacerla sonreír, de la forma en la que la miraba... Antes de que todos pudieran darse cuenta ya no estaba allí. Caminaba descalza, con los tacones en una mano y el móvil en la otra. Entonces, ocurrió. Empezó a acordarse de todo, todos los momentos que habían vivido, todo lo que les quedaba y ya no podrían hacer, de cada sonrisa, abrazo, beso... La capa más profunda de su corazón estaba igual que la planta de sus pies; destrozada. De repente paró frente al espejo de un retrovisor. Miró sus ojos fijamente y descubrió cuanto le contaban al mundo y la inmensa tristeza que reflejaban. Arañó esa horrible escena y siguió con sus discontinuos y pequeños pasos. Nadie tenía la culpa de nada, y eso era lo que más la atormentaba. Cada día se crean nuevas parejas y se destruyen otras viejas. Había amado, y lo seguía haciendo, pero el deseo de libertad que se había despertado en el superó lo mucho que la quería. Intentaba comprenderlo, pero no podía. Ahí se dio cuenta que era única queriendo, porque nada se podía anteponer a ese sentimiento. Pero volviendo a su camino... He de decir que de repente paró. Apoyó su espalda sobre la blanca pared, y se fue deslizando hasta tocar el suelo. Ansiaba romper a llorar, pero algo se lo impedía. Hablaba en alto sin ser consciente de lo que decía, así que se levantó y continuó caminando hasta la protección de sus sabanas.


Ahí está ella, frente a la fachada de ese edificio viejo, con su inagotable sonrisa, riendo aunque las cosas no puedan ir peor, con ganas de nadar entre carcajadas sin que ningún recuerdo de él se mezcle con la felicidad espontánea que origina olvidar. Cruza la puerta y se dice a si misma: ''y si olvidar no viene, si el olvido se olvida, no me preocupa porque sé que mis mejillas ya nunca más estarán humedecidas.''