viernes, diciembre 31

365 días, 8760 horas, 525600 minutos, 31536000 segundos...

Dentro de esos 365 días, 8760 horas, 525600 minutos y 31536000 segundos he vivido los días mas felices de mi vida, pero también los más tristes. He sido capaz de hacer algo que nunca imaginaría; dejar a alguien queriendole, he perdido a gente muy importante, he llorado por amor, he suspendido tres examenes seguidos, he discutido por tonterias, he sido egoista, he cambiado, mi autoestima ha tocado el punto mas bajo, he engordado... Pero he ganado un concurso de relatos breves, he conocido a esa persona que tanto esperaba, he viajado a Londres y Alemania, he pasado mi primer verano de verdad, he conseguido tener moto, he escrito lo mejor de toda mi vida, me he sentido libre, he echo amigas, he reido MAS QUE NUNCA (amo reirme)...

Rompiendo con los tópicos he de decir que no, no tengo ningún proposito para el 2011 porque me parece la chorrada mas grande del mundo. Solo espero que el 2011 se un poco mejor que el 2010, y seguiré con las estupidas promesas que solo se le ocurren a una adolescente de 16 años; algo así como conseguir que un país se una por una puñetera vez en toda la historía para decidir lo mejor para el mismo país, acabar con el puto extremismo que no hace mas que enfrentar a las personas, difundir la paz y conseguir que en los paises del Este dejen de verse situaciones que bajo mi punto de vista dan verguenza ajena, prohibir que niñas de 12 años se prostituyan a cambio de dinero, no permitir que la cultura sea un medio de justificación para la falta de libertad que sufren muchas de las mujeres que viven en África y que ONG's como ''Medicos sin fronteras'', Unicef y Caritas sigan en pie y nunca dejen de luchar por las causas que defienden.
Acabar con la violencia de genero en cualquier parte del mundo, cambiar la justicia para que realmente se la pueda nombrar así, intentar salvar el fúturo disminuyendo el paro juvenil, legalizar la prostitución y dejar de críticar a las personas que la ejerzan, acabar con el tabaco definitivamente, seguir luchando por la desigualdad, ya sea laboral o de cualquier otro tipo y dejar de pertenecer a una masa insensible de personas que solo miran por su ombligo. Que la vida consiste en algo más que levantarse los Lunes e ir hacia el trabajo para conseguir un sueldo que después se lo tragará la hipoteca y las facturas. Que la vida se mide en pequeños sorbos de felicidad condicionados por pequeños o grandes estiramientos de las mejillas produciendo sonrisas. Que la vida es eso, como dijo el gran John Lennon, es algo que pasa mientras estás ocupado haciendo otras cosas.

Y por no saltarme el protocolo, ya solo me queda decir que: ¡Feliz 2011!


Atentamente: Marlene Torres Prieto

domingo, diciembre 26

Posdata: Feliz Navidad

Las paredes blancas y azules le recuerdan al fresco olor del mar cuando una valiente ola rompe contra la orilla originando una lucha por la supervivencia entre espuma y arena. Las grandes vidrieras cristalinas dejan pasar los primeros rayos del sol matutinos. La chimenea, robusta y sencilla, dan fortaleza a la casa. El sofá se mantiene intacto, con pocos recuerdos tatuados en su piel. La suave y delicada brisa le acaricia las extremidades y abraza su alma. Las escaleras mantienen una asimetría casi perfecta entre ellas, y el brillo del adoquinado resplandece con luz propia. Pero todos esos detalles pasan desapercibido cuando vives entre ellos día tras día. Es un salón. Un simple salón, piensa ella. Imagina que para su hija ese simple salón es la puerta hacia la vida. Pero ya no está. Ahora oscurece antes, las calles están únicamente alumbradas por la tenue luz que les proporciona las farolas enterradas bajo grandes mantos de nieve y una Navidad mas está apunto de transitar...


Vanesa abre el cajón de la mesita de noche, y sigilosamente agarra el sobre que hay dentro de el. ''Para Mamá y para Papá'', lee en la parte exterior. Con mirada inquieta, el corazón trepidante y las manos temblorosas decide abrirlo. Comienza a leer.


Para unos padres maravillosos:


Hola Papá. Hola Mamá. Soy yo, Charlotte. Supongo que si estáis leyendo esto es porque es el día de Navidad.... Estoy en la ventana de mi habitación, contemplando mi ultimo amanecer y atisbando el cielo desde mil ángulos diferentes. Adoro la Navidad. Siempre me ha gustado observar como la blanquecina y fresca nieve que te congela las extremidades e intenta meterse en tus venas como una dosis extra de frío, se descompone paulatinamente como un elemento natural efímero que es. Aquí siempre nieva, así que imaginaros como estoy... Parezco una niña pequeña con los ojos fijos en este gran ventanal. Me gustaría volver a ser una renacuaja y que los 25 de Diciembre se redujeran a una simple creencia que vosotros llamabais Papa Noel pero que a mi me hacía tan feliz. He vivido 18 años, 6 meses, 3 días y 2 horas... el tiempo suficiente para descubrirme, para afrontar este duro golpe que me dio la vida y que no supe como encajar, pero que fue menos duro gracias a vosotros. Ahora mismo tengo ganas de salir de esta odiosa estancia con paredes que parecen repetirse y galopar como si fuera un caballo anclado al deseo de la libertad. A veces he tenido la sensación de que solo yo giraba alrededor del mundo, pero ahora giráis todos a mi alrededor. Bueno... por lo menos me cautiva la idea de saber que estas ultimas palabras de un corazón apunto de morir os pertenecen. Debéis saber que no tenéis la culpa de nada de lo que me ha pasado. Las enfermedades no se escogen. Mi final llegó, y aunque llegó mas pronto de lo esperado, no importa... Lo cierto es que hasta puedo oír como se va acercando, como toca la puerta para entrar. Dejaré de resistirme porque es inútil aferrarme al tiempo cuando este ha dejado de transcurrir ya por mi cuerpo y por cada recoveco de mi interior. Siento extinguirme de vuestras vidas y de arrancarme de esta forma. Ya sabéis que me encantaría estar allí abajo con vosotros pero no es así, de modo que os deseo que este sea vuestro mejor regalo de Navidad.

No os preocupéis por mi, aquí arriba no se está tan mal. Lo siento, creo que mi otra vida comienza, y comienza ya.


Posdata: Feliz navidad.
Charlotte.



Vanesa no puede evitarlo y una valiente lágrima ,-muy valiente, además-, cruza toda la superficie de la corteza de su rostro. A esta le siguen muchas más. Solloza en silencio mientras deambula por el salón, cuando de repente se para frente al retrato de su hija. Es una mezcla de fragilidad e inocencia. Manifiesta felicidad. Su sonrisa era capaz de ahuyentar los obstáculos más grandes. Hacía que su rutina diaria fuera menos difícil. Su tranquilidad la relajaba a veces. Y cuando lloraba o el cielo estaba constituido por una gama de grises, venía ella, proyectaba su sonrisa al viento y las nubes dejaban paso al astro. También recuerda que cuando gimoteaba o estaba entristecida el día la acompañaba; si lloraba, llovía. Los granos de agua dulce continuaban el mismo compás que el de sus gotas saladas. De modo que ha podido controlar cuando lo hacía. Solo tenía que abrir la puerta, salir de su casa, asomarse al patio y contemplar el cielo. Flash. Mil flashes. Lo siente. No puede evitar preguntarse que sentido tiene una Navidad sin Charlotte. Pero sus preguntas tienen la misma contestación que las de ella; ninguna. No obstante, ella sabía de sobra que Charlotte estaría presente en cada Navidad, en cada estrella del cielo, en cada llama prendida de una vela, en cada gramo de felicidad que causa estar en estas fechas y en cada adorno alegre y bicolor del gran árbol de Navidad. Cerró los ojos y unas palabras nacieron de su interior: "Charlotte es la Navidad".

miércoles, diciembre 22

cuando queda el reflejo

Se clava frente al espejo, tapando su verguenza con la oscuridad de la habitación, evitando encontrarse con su reflejo, que sin saber como, va apareciendo poco a poco como un puzzle. Lo intenta. Intenta exprimir las pocas fuerzas que le quedan para afrontar su reflejo, para admitir que la persona que ve frente a ella, es ella misma; CUESTA. Lo intenta, pero no puede...
Vuelve la cabeza, mira al fondo del pasillo negro y se arma de valor. Por lo menos el suficiente para hacerlo. Avanza, sitúa el pie derecho, después el izquierdo, y sin darse cuenta va camino al espejo. Lo mira, se imagina, y se vuelve a clavar delante de él. Escucha sus pensamientos, analiza la situación, se queda en silencio, se vuelve a imaginar, y ocurre. Dirige el brazo hacia el interruptor y se pregunta que demonios es eso que recorre su rostro. ¿Agua? Piensa para sus adentros. ¿Cómo habrá llegado hasta ahí?
Se repite el silencio. Silencio, silencio, y más silencio. Se seca el agua de la cara y arranca esa estúpida mirada de sus retinas que no la deja volar y sentirse libre. Pausa. Comienza de nuevo, y entonces se da cuenta. Son lágrimas. ¿Pero cómo? No hay respuesta. Solo es capaz de quitarselas apretando fuerte los dientes para contener toda esa rabia que la inunda. Apaga la luz, y se consume en la oscuridad. Sin querer, vuelve a hacerlo. Llora, y en silencio, para que nadie la oiga... Llora....

sábado, diciembre 18

cuando quedan lágrimas

Porque hay momentos en la vida en las que las palabras sobran, y los gestos, las miradas, los latidos, el tembleque de las manos, los besos y los suspiros contados hablan por nosotros. Porque ella supo que ese instante, entre el saber y no saber, principio y final, jamás iba a poder ser descrito por nadie, ni por los titulados en el amor, ni profesionales en putadas de la vida, ni contables de gramos sobrantes, ni manipuladores de balanzas, ni el contable de las sonrisas. Ni nadie. De modo que se levantó con decisión, miró al frente y se secó las estupidas lagrimas que causaba ser diferente. Agarró la pluma que le habian regalado por su cumpleaños, -todavía sin estrenar-, quitó el envoltorio que la separaba del exterior y le enseñó sus manos, hasta que la pluma se acostumbró a las arrugas imperfectas de la superfecie de ellas. Situó la plateada y fría punta de la pluma sobre el papel, y comenzó a trazar la silueta de las letras.

ESCRIBIR.
No tengo mucho más que decir. Para mi lo ha sido todo, aunque ahora solo sea un ''pequeño'' hobby rescatado del lapicero de vez en cuando. Prometo no abandonarte nunca. Prometo seguir siendo la que era.

Colocó la pluma encima de la mesa en la parte derecha del escritorio. Volvió a mirar al frente, y contempló el cielo desde los diferentes angulos que ofrecía su ventana. Luna llena. Sumergió sus penas en la luz fluorescente que reflejaba y ahogó esas ridículas barreras que no la dejaban ser feliz al completo. Giró la cabeza, dejó caer la mirada sobre el escritorio y volvió a el. Atisbó la hoja durante unos segundos, y mas tarde guardó la pluma protegiendola con su funda. Suspiró y... lloró.

miércoles, diciembre 15

Constitución española

Normalmente suelo hacer textos narrativos, pero hoy publicaré una crítica. La idea se me ocurrió, cuando de vuelta a casa, me encontré con un vagabundo por la calle tirado en un postigo reclamando un poco de atención por parte de los ciudadanos que transitaban por allí.

El día 6 de Diciembre de 1978, fue aprobada por mayoría la constitución española, en vigor desde entonces. En aquellos tiempos, imagino que esta creación suponía un alivio para los ciudadanos, ya que habian logrado aquello por lo que tanto habian luchado: unos derechos que velaran por su seguridad y demás. A día de hoy, me sería imposible nombrar cada uno de los ciudadanos, que actualmente residen en España, viviendo en la calle. Así como todos los que no tienen una vivienda digna, tal y como asegura nuestra ''querida Constitución'', y todos los derechos que engloban nuestro bienestar. No es que pretenda ser esceptica, o que me apetezca apuñalar nuestros ''derechos'', simplemente defiendo la razón de comprender que nos han estado embaucando con miles de promesas que supuestamente, unicamente se preocupan por nosotros y han sido creados con ese fin. Pero... ¿Realmente es así? Instintivamente, se me plantea otra pregunta: ¿Existe la democracia? ¿O solo se trata de otra característica ficticia de lo que suponemos es ''mejor'' para el país? Se me ocurren varias respuestas, pero por no alargar esto, escogeré dos de ellas. La primera, es que nunca he creido en ella. Es decir, dudo que en algún momento historico determinado se haya implantado la democracia incluyendo todo lo que eso conlleva, que es contar principalmente con la participación del ciudadano, acción que unicamente forma parte en la elección del representante de la ''Democracia''. La segunda respuesta, creo que me decantaría por el extremismo que mantiene un país dividido, mayormente en dos bandos, cuyos nombres no nombraré ya que creo que todos sabemos de quienes se tratan. Independientemente del bando que seas, pienso que se debería dejar a un lado esa faceta extremista y pensar en que opiniones nuestras se asemejan a las suyas, y votar por aquel. El problema es que estamos tan ciegos en uno o en otro, en defenderlo a muerte y discutir en absurdos debates que alfinal no dejan nada claro ni resuelven los autenticos problemas de la población española, que no extraemos ninguna solución valida. Por otra parte, es importante nombrar la ignorancia que nos consume poco a poco, y que en un país como este, como un buen día dijo Jordi Sierra i Fabra, solo el arte te acerca a ti misma y te aparta de un mundo vulgar y mediocre. No podría estar mas de acuerdo, así que aquí acabaré mi crítica, a ni mas ni menos, que nuestra constitución, la democracia y la mediocridad. Dejaré que seais tan mediocres como lo estais siendo hasta ahora, que vuestra única aspiración sea desear que llegue el sabado, poneros ciegos a alcohol y no recordar nada al día siguiente. Dejaré que formeis parta de esa masa (la mayoría sin futuro) denominada paro juvenil, y que el fracaso sea vuestra unica meta en la vida. Aquí me despido, con la tristeza que causa pertenecer a una sociedad en la que ser diferente cuesta un precio, pero que alfinal solo las personas diferentes consiquen hacer de este mundo, otro un poco menos cruel.

Marlene Torres Prieto

domingo, diciembre 12

cuando queda el te quiero (2º parte)

Poco a poco fui comprendiendo que debía ser justo y aceptar mi derrota si no lo lograba. El amor es muy puto. O lo era yo. En cualquier caso, seguí pensando al mismo tiempo que mis piernas iban poco a poco dejando de responder. Era ahora o nunca. Apreté fuerte los musculos y continué con mi camino. El tren aceleraba cada vez más mientras cogía velocidad. Hubo una milesima de segundo en que pensé que la había perdido; mientras ella solo se limitaba a atisbar el sol escondiendose tras las nubes, cruzando esa lamina de cristal que nos separaba. La miré. Me miré. Bueno, mas bien me imaginé. Y aceleré al mismo ritmo que lo hacía el tren. Logré alcanzar la ventana de su vagón y comencé a golpear fuerte, desgastando mi aliento en cada golpe. Se giró y vio la silueta de mi mano formando una sombra en el interior del vagón. Se levantó y miró a través del cristal. Vi como se le iluminó la mirada, y la sonrisa que mi estúpida persecución le causó. De repente, se fue. La vi desaparecer entre los demás pasajeros del tren y no supe si seguir corriendo o parar. Creo que fueron los peores momentos de mi vida sumergido en la incertidumbre. Pero volvió. Volvió y solamente me miró. Después vi como levantaba la mano y hacía un leve movimiento con ella. Me estaba diciendo adiós. ¿Adiós?, pensé. Entonces paré en seco. Y lo comprendí. Antes fui yo el puto, ahora lo es ella. O tal vez solo se trataba de justicia. ¿Pero acaso existe la justicia en el amor?.




Quieto, casi al final del carril, observé como el tren se marchaba y se iba alejando cada vez más. Hasta que desapareció por completo entre los rayos del sol. Entonces cai en la cuenta de que ella también había decidido perderme en el mismo momento en que pronuncié mi silencio. Ya no había vuelta atrás. Por alguna extraña razón, seguí mirando al horizonte, preguntandome que misterios aguarda el amor... Y pensé que ese era uno. Respiré hondo, y le di la vuelta a ese horizonte que se había tragado el tren, y con el, a ella. Me limité a andar lentamente de nuevo hacia la salida mientras el sol calentaba mi espalda...

jueves, diciembre 9

cuando queda el te quiero

Siempre he odiado las despedidas. Vi su silueta fundirse con la distancia, que paulitanamente nos iba separando. De repente, se paró en seco. Giró la cara y sus ojos fueron a parar directamente en los míos. Siempre pensé que sus ojos no le decian nada al mundo, y sin embargo, a mi me lo decian todo. Pero en ese momento no fueron sus ojos los que le delataron, sino sus manos escondidas en los bolsillos del abrigo, y las palabras vacías que no pudo pronunciar. Por un momento, me dio la sensación de estar frente a una desconocida, y raramente me sentí mas cómodo y relajado. Dicen que tenemos mas confianza para contarle nuestra vida a un desconocido que a alguien que conozcamos. Supongo que será porque el desconocido no sabe como somos, y si lo sabe es simplemente a raiz de lo que le contamos.

En cualquier caso, ella seguía frente a mi, y yo seguía con la misma cara de idiota. Entonces, sin saber como, se atrevió a decir la palabra prohibida que tanto habiamos estado evitando. -Te quiero-, murmuró.
Lo intenté, creedme que lo intenté, pero no pude.


¿Acaso iba a cambiar algo que le dijera ''Te quiero''?, pensé. De ser así, lo hubiera echo; pero no lo hice. Alcé la mirada y contemplé sus labios, su figura, sus ojos... Tenía la mirada sumergida en miedo y había extraido las manos de los bolsillos. Estaba en lo cierto, le temblaban. Volví a alzar la vista y miré el reloj de la estación. La 1:15pm. Bajé la mirada y me encontré la suya, que me pedía a gritos una respuesta.


-¿No dices nada?-, reprochó.
-Quedan 15 minutos-, respondí.
-¿Eso es todo?-, volvió a reprochar.
-No se que mas quieres te diga-.


¿Realmente no tenía nada mas que decirle? Un hasta luego, te quiero... O no se, cualquier chorrada que se dicen en estos momentos. Atisbé su rostro por ultima vez y mis labios producieron un leve movimiento que no sirvió para nada, porque ninguna palabra rompió mi silencio. Ya se encargó ella de eso.


-No no, dejalo, ¿sabes?. Llevo meses, semanas, días intentando que te abras, que olvides a quien tengas que olvidar y que vuelvas a querer como hacias antes, pero no quieres. Te encierras en ti mismo y no dejas que te ayude, no me dejas formar parte de tú vida, y ahora, a 15 putos minutos de perderme para siempre, te digo ''Te quiero'' por primera vez y solo eres capaz de decirme que quedan 15 minutos. Parece que quieras perderme de vista.- gritó enfadada.
-No me puedes obligar a nada-.
-No, claro que no... Dime Jack, ¿de verdad no me quieres?-, preguntó.


Miré a todos lados intentando esquivar su mirada. No lo pude evitar, y el orgullo, disfrazado de cobardía susurró un estúpido ''No'' que hizo que la perdiera para siempre.
La 1:30pm.
''Último aviso para los pasajeros con destino a Barcelona'', se oyó de fondo. El tren estacionó en el segundo carril. Cogió las maletas del suelo y cargó con el dolor que produce tener gramos (de amor) de más. Vi como su larga melena ondeada al viento cubría la máscara de tristeza que le ocasionó mi silencio. Andé cabizbajo hacia la salida, hasta dar con el coche. Cuando me dispuse a abrir la puerta, de repente, la vi. Ocupaba el asiento del co-piloto y me miraba fijamente, -mientras conducía-, con la sonrisa mas resplandeciente y bonita que había visto jamás. Después se giró hacia donde estaba, y atisbé como miraba a través de la ventana con esa mirada hechizada y atontada característica de los enamorados. Entonces me di cuenta de que la quería. Era ella; esa persona que siempre había estado buscando...


Corrí de nuevo hacia la estación tan veloz como lo hace el cobarde que huye de la muerte. Unas lagrimas muy inoportunas recorrieron mi rostro. No dudé ni un solo segundo cuando la vi en el vagón mirando al infinito rehuyendo de mi posible mirada y del pasado que minutos atrás había colocado una sonrisa decaida en su rostro. Seguí corriendo retando la resistencia de mis piernas, intentado devolverme lo poco bueno que quedaba en mi vida y que ahora mismo se estaba marchando. Estúpido de mi, que no me di cuenta de que la perdí en el mismo momento en que respondí con un silencio sonoro a su ''Te quiero''. Aquello ya la alejó.


CONTINUARÁ...

miércoles, diciembre 1

cuando aparece el miedo

Apoyó su cabeza contra los pliegues de la almohada, concentrando todos sus pensamientos en un solo hilo de algodón. Derecha, izquierda, al frente, boca abajo. Probó todas las posturas posibles pero aquel insomnio producido por el ruido de sus propios pensamientos no le permitió cerrar los ojos nisiquiera un instante. Un fuerte zumbido provenia de las calles desiertas y la áspera sensación de soledad pintaba las esquinas de una ciudad fantasma. Colocó la pierna derecha primero, luego la izquierda. Tambuleandose, se dirigió hasta la cocina, donde las sombras de una cena marchita la esperaban. Abrió la estanteria y escogió un vaso al azar. Lo colocó sobre el frio marmol y lo llenó de agua. Tuvo la sensación de vivir en el gelido polo norte, pero esta misma sensacion desapareció cuando sintió una corriente de calor recorriendo todo su cuerpo. La mano siguió su recorrido hasta que llegó a su larga melena bronceada que cubria toda la superficie de su espalda. Un leve escalofrio nació dentro de sus entrañas que produció una vaporosa sonrisilla en su rostro. La mano le fue retirando el cabello de la espalda, colocandoselo al lado izquierdo. Unos labios se aproximaron hasta su oido derecho. Fuese quien fuese que estuvise detrás, se sentía violento, nervioso, desconcertado... Lo comprobó por su inquieta respiración que seguía un ritmo acelerado e inexacto preocupado por no seguir el compás establecido. Unas palabras nacieron de unos labios que habian olvidado la completa nocion del tiempo, unos labios que habian olvidado el abecedario, o por lo menos el de los vivos. Los labios desconocidos se posaron sobre su lobulo: -''¿Sabes quien soy?''-susurró entre silencios. Los poros de su piel se estremecieron y sus pupilas se dilataron. Le hubiera podido recordar si no fuera por el pequeño detalle de que la persona que habia formulado la pregunta tuviese rostro, piel, ojos, labios, nariz... De repente, todo cobró sentido. Era el. Pero no podía ser. ¿Cómo? Millones de preguntas bañaron su mente y solo una fue capaz de salir al exterior: -¿Cómo es posible?-.




La mano abandonó su posición y los labios se retiraron de su piel. ''Todo es posible, tú misma lo dijiste''. No hubo respuesta. En lo único en lo que pensaba era en la posibilidad de que todo aquello pudiese ser una horrible pesadilla. Todas las sospechas desvanecieron cuando la mano volvió a rozar su cabello. Dibujaba la silueta de un corazón roto en dos mitades sobre su espalda.


-¿Te acuerdas ahora?.
-Pero no... no... no... es posible.
-¿Y como puedes es que puedes oirme, o notar como acaricio tu pelo?
-Será una pesadilla.
-Vamos, no te engañes. Los dos sabemos que no es así.
-Esta es solo una puta pesadilla... ¿¡Que quieres!?
-Yo te quería... di mi vida por ti. ¿Acaso no te sirve eso?.
-Aquello sucedió hace mucho tiempo, ya nisiquiera me acuerdo...
-¿Estas segura?- dijo con tono amenazador. Solo vengo a recuperar lo que es mío
-¿El qué?
-A ti


La misteriosa silueta desapareció entre la escala de negros que formaba la oscuridad de la cocina. Le temblaban todas las extremidades del cuerpo y apenas podía mantenerse en pie. Miró atrás para comprobar que se habia ido. Derecha. Izquierda. Frente. Y pasó. Las lágrimas recorrian paulatinamente sus mejillas ennegrecidas y sus labios deshumedecidos. Anduvo de nuevo hasta la habitación, con los ojos fijos en su espalda por si volvia a aparecer. Se metió dentro de la cama y se tapó hasta impedir que cualquier rastro de luz, o gramo de aire fresco consiguiera atravesar la sabana.