lunes, octubre 11

Capítulo 4

Se despierta. Inocentemente se mira la muñeca para saber que hora es. Pero se da cuenta de que nunca ha tenido un reloj. Habra sido un sueño. Si. Un horrible sueño. Porque aqui dentro, hasta los sueños son pesadillas. No importa. Ahora solo quiere conseguir el premio. O tener la suerte de volver a verle. De volver a ver al chico que causo que ella se sonrojara. Que por primera vez en diez años se hiciera sentir persona. Que la dejara mas sumergida aún dentro de la incertidumbre y el no saber. Porque en aquel momento, magico e involvidable para los dos, ella se sintió fuera de lugar y con mil preguntas navegando entre el mar de sus ojos... Entonces comenzó a llover pausadamente, al mismo ritmo que sus lágrimas recorrian cada uno de los poros de su piel. La intensidad de la lluvia seguía el de sus lágrimas. A medida que estas avanzaban las calles iban asemejandose mas a pequeños rios efimeros que al llegar el día pasaban a ser simple aire evaporado, al igual que las gotas ancladas al tiempo y a su rostro. Porque para que negarlo, ella no era feliz. A veces había intentado aparentar que lo era, pero estar encerrada en una habitación 10 años no es algo por lo que se pueda tirar cohetes. ¿Sabeis lo que se siente cuando los minutos se prolongan mas de lo normal? Pues imaginaros ella. Su reloj eran sus dedos y su felicidad se la había llevado consigo toda la soledad. Maldita soledad, pensaba. Hasta ella le daba la espalda. En la esquina de la habitación, con el silencio dibujado en los labios.


***

 
Buenas noches. Já, que ironía. De buenas poco. Aquí ninguna noche es buena, o si. Aquí por lo menos estas insconcientemente aferrada a la oscuridad de la noche, que practicamente forma la habitación. Por lo demás... una diminuta bombilla con forma ovalada cuelga del techo, aunque su localización y función son algo mas que inutil. En invierno apenas funciona debido al mal tiempo, y en verano no la necesito y cuando la quiero nunca está. Maldita bombilla también. Malditio espacio repetitivo que hace ver mi vida igual desde cualquier angulo de la dichosa habitación. Normal. Hay 4 paredes y cada una se parece mas a la interior. Hasta yo, que me las se de memoria seria incapaz de decirte cual es cual. Identicas. Igual de aburridas. A veces me da la sensación de que mi odio y todas mis emociones se componen de lo mismo; nada. La palabra parece repetirse pero es así. Si no puedo hacer nada, ¿como voy a sentir nada?. ¡Joder! Soy como una doncella encerrada en la torre esperando a que su amado la salve. El problema está en que yo no tengo ningun ''amado'' ni nada parecido que venga a rescatarme. Como mucho me tengo a mi misma, que ya es bastante.

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