lunes, noviembre 8

Las 22:34

Las paredes se te echan encima. Los ruidos se paralizan creando una melodía perfecta, compuesta por silencio y demás. El teléfono aguarda en la mesita, quizás piense que hoy lo cogerás. Mentira. Falsa esperanza para el teléfono al igual que para mis esquinas de autopista en este longevo cuerpo ya caducado. El corazón, el corazón se fue. Valiente héroe que supo adivinar el futuro, a pesar de que otros le dijeran que aquello era imposible. Pues si, se fue. Se fue como lo hace alguien que ni siquiera coge carrerilla para escapar, sin mirar atrás. Con los labios cosidos, las venas secas y latidos contados marchó para no volver jamás. Este es un mensaje a mi pobre corazón que no ha dejado mas hueco que el que puede rellenar la fría soledad. Si quiere salvar a esta pesada carga que vuelva a circular en el ciclo vital de la muerte. Para que engañarnos; no volverá. Quizás sea hora de que yo también me vaya de este desolado lugar que apenas encuentra luz para dejarse iluminar y perdurar en el paso de los segundos. Las 22:34. Aprieto el gatillo. Adiós.

Marlene Torres Prieto
(22:34)

No hay comentarios:

Publicar un comentario