Empecemos pues, dijo el psicólogo

Ya no le quedan palabras para expresar cuanto te echa de menos, cuantas veces te ha observado escondido tras los pilares del pánico, de su habitación. Tiene tanto miedo que es incapaz de acercarse a más de dos centímetros de tu cuerpo, porque el poder que tienes sobre él es mayor que un terremoto. Desestabilizas cada esquina de su corazón haciéndole temblar sin motivo. Su voz tartamudea solo de pensar que estás cerca aunque en realidad hace tiempo que te marchaste tan lejos que ni tu huella se puede vislumbrar desde aquí. Ha hecho creer a todo el mundo que está bien, aunque se muera por dentro. Intentó recuperar lo poco que quedaba de ti, de su corazón, pero las humedades ya se lo habían tragado por completo. Ha intentado esquivar tus recuerdos, pero es inevitable. Inevitable mirarte, sentirte, pensarte, quererte... Ha superado las barreras del amor creyendo que tu mano estaría al otro lado para ayudarle, sin embargo, fue tu ausencia la que le recibió y ahora se halla en un pozo con fondo pero sin salida. Ya no sabe como gritar que te echa de menos, que eras su vida (o parte de ella), que los días no son ni más largos ni más cortos sin ti, simplemente más duros porque cuando finaliza cada día y recuerda los buenos momentos que ha vivido le duele saber que tu no estás en ellos. Es un quiero y no puedo y la gente no es capaz de comprenderlo, de comprenderle. Cuéntales la verdad. Diles las veces que has buscado (y necesitado) desesperadamente su mano entre la oscuridad de tu ¿vida?, las veces que ha suspirado tu felicidad, las veces que has evitado el dolor, la inevitable contención de tus putos sentimientos. Está harto de apretar fuerte los ojos para retener las lágrimas porque ya no aguanta más, ya no queda agua suficiente en el mundo para re-hidratar su cuerpo. Todo era mucho más sencillo los soleados días de verano en los que tu recuerdo a penas aparecía. Eran días vividos y saciados hasta el último minuto y nada, absolutamente nada lo asociaba a ti. Ahora es invierno y además de echar de menos el calor que le acogía cuando venían las brisas veraniegas soplando fuerte, te echa de menos a ti. Porque ahora ya le duele, ahora se atraganta en su propia agonía. Al fin y al cabo, se atrevió a olvidar a su primer amor por ti, esperando que tú, su segundo, fueras realmente el primero y mejor.... Y dime, ¿Cómo le digo yo ahora que no volverá? Cómo le explico que ese vacío que siente en su interior no será nunca más ocupado por ella. Cómo le muestro su estúpida adicción para hacerle ver que no volverá a ser el que es. Cómo le explico que quizás necesite ayuda profesional...

-Me siento ridículo. Esta situación es muy fría. Usted no me conoce y sin embargo estoy aquí contándole mi vida, mis desgracias. Se mantiene firme en su sillón de piel mientras yo me retuerzo entre mis lamentos en esta silla de plástico. Jamás pensé que acabaría necesitando este tipo de ayuda, de hecho sigo pensando que no la necesito pero hice una promesa y aquí estoy. Si todos los demás han intentado que la olvide sin éxito dudo que vaya a ser diferente y lo logre. Así que aquí me ve, frente a usted, sintiéndome como un idiota, como un romántico del siglo XXI que expresa su continuo malestar...

-¿La echa de menos?

-Ya le he dicho que sí.

-Bien. Empecemos pues...