sábado, febrero 12

Guerra...

Deambula por la calle pensando en que misterios aguarda las esquinas de esa vieja ciudad que le vio crecer, y que sin embargo ahora no reconoce... Mira a un lado y a otro. Edificios en llamas, cristales rotos, y con los cristales; los sueños, las ilusiones, la esperanza de levantar un país que ahora se encuentra en llamas, en pequeños pedazos de algo mas fuerte y adictivo que la cocaína, heroína o el tabaco; algo que produce mas adrenalina que lanzarse desde un puente a 500 metros de altura. Un sorbo, una ración, un plato de esta extraña sustancia que a todos parece transformar, y estás perdido. La vida de los mortales funciona así. Con insignificantes prohibiciones que parecen activar los sentidos y provocar una ligera sensación de necesidad de probarlo. Este simple detalle o movimiento, sería igual de insignificante que la prohibición con la clara diferencia de que a veces, el ser humano olvida sus principios y deja actuar la parte mas oscura de un alma viviente; la ambición. Es entonces cuando olvidamos y lo probamos. En ese mismo momento has cruzado el límite de lo real e irreal, y vuelves a olvidar completamente quien eres.

Sigue así, con los ojos entreabiertos por miedo a encontrarse con algo más desgarrador que atisbar su vieja metrópolis entre cenizas y fuego. Aparta con los pies ladrillos, escombros y cuerpos inertes que yacen olvidados en el suelo. Y sin darse cuenta, se ve arrastrando su propio cuerpo por la superficie de esta estúpida lamina de miedo y vergüenza. Deja caer los brazos e intenta continuar su débil y paulatino paso a través de la cobardía. Avanza un par de metros más y se para frente a una casa. La examina con la mirada y se queda fija en el cartel con el nombre de la calle. Era su casa. La misma que le vio correr, caerse mil veces y levantarse otras mil y una. La misma que construyó los cimientos de su vida que ahora tambalean.
Intenta ocultar su tristeza, pero cuando los sentimientos nacen en el interior y son fuertes, incluso los inmortales dejan de ser inmunes a este tipo de dolor.

1 comentario:

  1. Ok lo reconozco... eres buena en lo tuyo. No se porque me lo has dedicado, pero me gusta, a lo mejor algún día me hago fotoperiodista y me toca ver esto con mis propios ojos :/.
    Un 10 marlencita de mis amores :*

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