domingo, diciembre 12

cuando queda el te quiero (2º parte)

Poco a poco fui comprendiendo que debía ser justo y aceptar mi derrota si no lo lograba. El amor es muy puto. O lo era yo. En cualquier caso, seguí pensando al mismo tiempo que mis piernas iban poco a poco dejando de responder. Era ahora o nunca. Apreté fuerte los musculos y continué con mi camino. El tren aceleraba cada vez más mientras cogía velocidad. Hubo una milesima de segundo en que pensé que la había perdido; mientras ella solo se limitaba a atisbar el sol escondiendose tras las nubes, cruzando esa lamina de cristal que nos separaba. La miré. Me miré. Bueno, mas bien me imaginé. Y aceleré al mismo ritmo que lo hacía el tren. Logré alcanzar la ventana de su vagón y comencé a golpear fuerte, desgastando mi aliento en cada golpe. Se giró y vio la silueta de mi mano formando una sombra en el interior del vagón. Se levantó y miró a través del cristal. Vi como se le iluminó la mirada, y la sonrisa que mi estúpida persecución le causó. De repente, se fue. La vi desaparecer entre los demás pasajeros del tren y no supe si seguir corriendo o parar. Creo que fueron los peores momentos de mi vida sumergido en la incertidumbre. Pero volvió. Volvió y solamente me miró. Después vi como levantaba la mano y hacía un leve movimiento con ella. Me estaba diciendo adiós. ¿Adiós?, pensé. Entonces paré en seco. Y lo comprendí. Antes fui yo el puto, ahora lo es ella. O tal vez solo se trataba de justicia. ¿Pero acaso existe la justicia en el amor?.




Quieto, casi al final del carril, observé como el tren se marchaba y se iba alejando cada vez más. Hasta que desapareció por completo entre los rayos del sol. Entonces cai en la cuenta de que ella también había decidido perderme en el mismo momento en que pronuncié mi silencio. Ya no había vuelta atrás. Por alguna extraña razón, seguí mirando al horizonte, preguntandome que misterios aguarda el amor... Y pensé que ese era uno. Respiré hondo, y le di la vuelta a ese horizonte que se había tragado el tren, y con el, a ella. Me limité a andar lentamente de nuevo hacia la salida mientras el sol calentaba mi espalda...

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