Se clava frente al espejo, tapando su verguenza con la oscuridad de la habitación, evitando encontrarse con su reflejo, que sin saber como, va apareciendo poco a poco como un puzzle. Lo intenta. Intenta exprimir las pocas fuerzas que le quedan para afrontar su reflejo, para admitir que la persona que ve frente a ella, es ella misma; CUESTA. Lo intenta, pero no puede...
Vuelve la cabeza, mira al fondo del pasillo negro y se arma de valor. Por lo menos el suficiente para hacerlo. Avanza, sitúa el pie derecho, después el izquierdo, y sin darse cuenta va camino al espejo. Lo mira, se imagina, y se vuelve a clavar delante de él. Escucha sus pensamientos, analiza la situación, se queda en silencio, se vuelve a imaginar, y ocurre. Dirige el brazo hacia el interruptor y se pregunta que demonios es eso que recorre su rostro. ¿Agua? Piensa para sus adentros. ¿Cómo habrá llegado hasta ahí?
Se repite el silencio. Silencio, silencio, y más silencio. Se seca el agua de la cara y arranca esa estúpida mirada de sus retinas que no la deja volar y sentirse libre. Pausa. Comienza de nuevo, y entonces se da cuenta. Son lágrimas. ¿Pero cómo? No hay respuesta. Solo es capaz de quitarselas apretando fuerte los dientes para contener toda esa rabia que la inunda. Apaga la luz, y se consume en la oscuridad. Sin querer, vuelve a hacerlo. Llora, y en silencio, para que nadie la oiga... Llora....
Me ha gustado tu entrada. Me recuerda a una mia. ;)
ResponderEliminarMJ.J.CH