Me pide un abrazo a gritos dentro del silencio, y aunque se muera de ganas por decir eso que tanto esperas, no lo va a decir. Subamos al cohete de la pasión y desnúdame pero no con la mirada, sino con las manos. Arrástrame al olvido como haces siempre que apareces y después sal por la puerta donde pone –Fácil-. Vete a aquel motel de aquella carretera sin numero y remóntate al pasado, a ese día sin fecha de caducidad, o a aquellas sonrisas que esbozabas sin darte cuenta sumergido entre los últimos rayos que el sol dejaba ver antes de que cayera la noche. Y después, solo miéntete… como haces siempre. Mírala a ella y dime si soy yo. Ves los mimos ojos marrones color Coca-Cola, pero sabes que no soy yo. ¡Joder! Odio tus prisas, y tu miedo al compromiso, o lo que es peor, a equivocarte. Te quiero a ti, y a tus prisas, y a tú miedo, y a tus fotos, y tus manías y tus zapatillas desgatadas y tu sonrisa. Te quiero a ti.
¡Joder! Vuelvo a odiar a tus prisas, a tus miedos, a tus no equivocaciones y vuelvo a quererte a ti, y a tus prisas, y a tu miedo, y tus fotos, y tus manías y tus zapatillas desgastadas y tu sonrisa…
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