Coge la carta del buzón y entra en casa. La abre y lee:
''Soy Jack. Antes de tirar la carta a la basura me gustaría que la leyeras. Me he dado cuenta de que...
A veces lloro. Porque sí. Porque hay momentos en la vida en los que necesitas echar a llorar y no parar. En que necesitas sentarte de rodillas en el suelo y esconder tu cabeza detrás de las piernas, el miedo o la vergüenza. ¡Vete tu a saber!. Pero hay otros en que necesitas sonreír. Sonreír con fuerza y sin parar de tal forma que los demás se pregunten por qué sigues sonriendo. Y después habrá una pausa. Mirarás a tu alrededor y verás todas esos rostros envidiosos y tristes que ansían tener la alegría de tu sonrisa y la felicidad que te hace reír, pero entonces te reirás más todavía y serás más feliz porque sabrás que solo te pertenece a ti. A nadie más. Porque hay momentos en la vida en los que lloras sin saber por qué. Momentos en los que llorarás y reirás al mismo tiempo, y te sentirás estúpido por no saber cuando es de felicidad y cuando de tristeza. Pero es que eso no importa siempre y cuando haya un motivo, un pequeño detalle de alguien o una tontería que te haga, aunque solo sean 2 milímetros, estirar los labios para sonreír. Y claro que habrán momentos en los que amarás, del mismo modo que sufrirás o huirás. Créeme, nada de eso importa siempre que lo recuerdes y afrontes cada nuevo día con una sonrisa. Ríete del amor, del desamor, de la tristeza, de la soledad, del miedo, de la vergüenza, de la estupidez. Ríete de todo pero nunca te olvides de sonreír, porque detrás de ella estaré yo para darte otro motivo por el que hacerlo. Y es que, después de tanto tiempo, de tantas caídas, de tantos días escondido debajo de la sábana para que ni las paredes me vieran llorar, me he dado cuenta de que hace ya mucho tiempo que te marchaste y desde entonces soy feliz. Tanto que ya no mido las veces que me miras, ni las palabras. Solo mis sonrisas. Ya ves, ni siquiera las tuyas, si no las mías. Y es que, tu no estás aquí, pero a pesar de ello soy feliz. Extremadamente feliz. Tú acuérdate de respirar, que yo me acordaré de sonreír. Ya no existen los ''Posdata: Te quiero'' ni los ''Te necesito''. Ya no existe nada. Ya no queda nada de ti en mi vida salvo tu ausencia (reemplazada evidentemente por una sonrisa). Enserio, Chantelle, tú acuérdate de vivir y arrastrar a quien quieras a tu vida que yo me preocuparé de sonreír''.